Compramos libros de tela desde que nacen para que los saboreen con los sentidos y en cuanto podemos nos encontramos leyéndoles los más tiernos y sencillos.
Crecen e imitamos voces e interactuamos con los cuentos, los cómics, la poesía y las revistas infantiles hasta una determinada edad , distinta en cada familia, en que parece que ya tienen el “bicho” de la lectura en el cuerpo y ya se arreglan solos/as con los préstamos de la biblioteca o de sus amistades y los regalos del cumple y las Navidades.
¿Y qué tal si cuando son adolescentes seguimos leyendo los libros que les sugieren en clase para comentarlos juntos? ¿Y si vamos más allá y nos prestamos libros para intercambiar opiniones y sentimientos cuando son adultos?
El motor más fuerte de animación a la lectura es nuestro propio amor por los libros y dura toda la vida. ¡Pegamento para familias!
Y tú, ¿compartes el gusto por la lectura e intercambias libros con tus hijos e hijas mayores? ¿Y con tu padre, tu madre y el resto de la familia?